La dependencia de EEUU a las importaciones de petróleo ha ido incrementándose de forma ininterrumpida desde hace décadas. Tanto es así que, de ser el primer país productor mundial que cubría sobradamente sus necesidades (e incluso exportaba lo que le sobraba), los suministros extranjeros han pasado de representar el 20% del total de petróleo del país norteamericano en 1963, al 30% en 1973, superar la barrera psicológica del 50% a finales de los años 90 y llegar al 67% entre 2000 y 2010.
El acceso a este tipo de fuentes ha sido considerado como una cuestión de seguridad nacional por diversos presidentes de EEUU. Desde Franklin D. Roosevelt (consecuencia de ello fue el primer pacto de petróleo a cambio de protección de la historia del país), hasta Obama. Lo que les ha hecho depender de Oriente Medio y otros países. Sin embargo, una tecnología que ha logrado aumentar de forma inesperada la producción nacional de energía interna, podría estar cambiando el mapa energético mundial.
La perforación horizontal y fracturación hidráulica (fracking), es una técnica que permite la explotación de reservas de petróleo y gas natural antes innacesibles en formaciones de esquisto (técnicamente, shale o roca madre), y otras formaciones rocosas impermeables. Este avance tecnológico es el culpable de que la producción de petróleo y gas en EEUU aumente de 7,6 millones de barriles diarios en 2010 a 10 millones en 2013, un crecimiento del 32% en sólo tres años.
Pero es que si los cálculos de la Administración de Información de Energía de EEUU no fallan, esta cifra se elevará hasta los 12,8 millones de barriles diarios en 2020. Y seguirá creciendo en los siguientes.
Aunque no se espera que EEUU alcance la independencia energética, parece claro que esta tecnología cambiará no sólo el panorama energético de este país sino el de los siguientes que recurran a ella. Aquí en España sin ir más lejos, el Gobierno ya ha dado entrada a los propietarios del suelo en los nuevos planes del fracking. Sin embargo, la técnica levanta sospechas en más de uno.
Una tecnología que levanta sospechas
Los partidarios de la perforación horizontal argumentan los beneficios económicos y nuevos puestos de trabajo que conlleva. El propio Rex Tillerson, presidente y director ejecutivo de ExxonMobil (la mayor empresa petrolera estadounidense), ha aclarado que "estamos asistiendo a la transición a una nueva era de la abundancia. Lo que estimulará el crecimiento económico y creará empleo".
Los contrarios por su parte, advierten del impacto medioambiental. Una guerra que ya se está notando incluso dentro de nuestras fronteras. Aquí en España son varias las comunidades autónomas que han intentado frenar el polémico fracking. La Rioja, Cantabria o Navarra han buscado en algún momento eliminarlo mediante una norma propia, pero en todos estos casos se han topado con el rechazo del Gobierno o del Tribunal Constitucional.
Según Julio Barea, doctor en Geología y responsable de campaña de Greenpeace, "la tecnología del fracking tiene muchos inconvenientes como por ejemplo los aditivos que utilizan las grandes compañías, que son muy tóxicos. En la mayoría de casos no hacen público qué utilizan alegando que son patente industrial, lo que les permite utilizar elementos muy contaminantes que luego van a parar a los seres humanos".
La perforación o estimulación hidráulica consiste en la perforación de un pozo vertical en el cual, una vez alcanzada la capa geológica deseada, se inicia otra horizontal en distintas direcciones. A continuación, se inyecta agua a muy alta presión, junto con material apuntalante y aditivos químicos para fracturar la roca y de esta forma extraer de sus poros el gas y el petróleo.
El problema de esta tecnología es su aparente productividad, ya que es como una botella de champán agitada
Un estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Stanford alertó recientemente sobre el hecho de que los aditivos utilizados puedan estar contaminando las aguas que van a parar a los seres humanos y animales, ya que la perforación pasa por distintas formaciones geológicas, muchas de las cuales son acuíferos. "En la mayoría de casos incluso, cuando sacan el agua contaminada la dejan en balsas hasta que termina la perforación y la vuelven a inyectar", ha alertado Barea.
Otro de sus inconvenientes es la cantidad de emisiones de gas metano que se escapa a la atmósfera. Varios organismos han denunciado que en ocasiones durante este tipo de perforaciones sean superiores al 12%. De momento, ante ambas acusaciones, la industria del fracking se ha defendido negando que sus actividades estén afectando al agua potable y ha asegurado que las emisiones rondan entre el 2%y el 4%.
"En este caso lo que se pretende es sustituir el gas por el carbón, pero en la ecuación del fracking se está perdiendo metano que termina siendo mucho más contraproducente", ha concluido Julio Barea.
'Fracking', ¿una burbuja especulativa?
Según ha explicado el biólogo español Manuel Peinado, autor del libro El fracking, ¡vaya timo!, "la burbuja especulativa del fracking podría estallar en los próximos decenios para dar paso a las energías renovables, aunque las patentes de estas tecnologías alternativas estarán entonces en manos de EEUU".
"De la misma forma que en EEUU se infló el valor de la vivienda, ahora se están engordando sobre el papel los derechos de arrendamiento y el valor de los suelos aptos para la extracción de gas y petróleo ya que, en Estados Unidos, los bienes del terreno pertenecen al propietario", ha añadido.
Para el experto, el problema de esta tecnología es su aparente productividad ya que "es como una botella de champán agitada, que produce mucho al principio y se agota al poco tiempo".
Según un artículo publicado en Bloomberg, la industria del fracking se está enfrentando a serios problemas de financiación para seguir el incesante ritmo de las perforaciones. La deuda del sector casi se ha duplicado en los últimos cuatro años, mientras que los ingresos han subido un 5,6%. "La lista de grandes compañías que están estranguladas financieramente es ya considerable", ha explicado Benjamin Dell de Kimmeridge Energy.