domingo, 17 de marzo de 2024

La sobrexplotación de los acuíferos para el regadío hunde el suelo y agrava el riesgo en la España inundable. El Diario.es

 

La extracción intensiva de agua convierte al territorio, centímetro a centímetro, en más vulnerable a las avenidas torrenciales y la subida del nivel del mar; el hundimiento acumulado suma más de 2,7 metros en 14 años

El municipio murciano de Los Alcázares anegado tras el paso de una DANA

Raúl Rejón

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Cuanta más agua se extrae para regar, más se hunde el suelo, lo que abre la puerta a la inundación. En España, a base de sobreexplotar acuíferos, se empeora la depresión del terreno. Ese hundimiento supone un “peligro silencioso” ante la subida del nivel del mar o las avenidas torrenciales de la España inundable. Esquilmar los acuíferos está causando la contaminación del agua subterránea por la intrusión marina, la desecación de ecosistemas húmedos como Doñana o las Tablas de Daimiel y –aparte de provocar gastos para recargar acuíferos– incrementa el riesgo de más inundaciones.el año 2000– ha supuesto, entre otras cosas, un aumento muy grande de la extracción de agua subterránea para su uso agrícola. El sector agrario ha pasado de usar 900 hm3 en 2000 a 4.100 hm3 en 2018 (un 355% más), según los últimos datos consolidados del INE. Se ha multiplicado por 4,5.

Esta práctica, localizada en algunos puntos, ha terminado por hacer que, de las 800 masas de aguas subterráneas de España, 220 estén sobrexplotadas, es decir, se le saca más agua de la que recargan de manera natural. Esto provoca que, dependiendo del tipo de terreno, se reorganicen los granos del subsuelo y se reduzca el espacio donde se acumula el agua. El acuífero pierde así capacidad de almacenaje y el suelo se hunde. A este hundimiento se le conoce como subsidencia.

España es el sexto país del mundo en número de casos de hundimientos por extracción de agua registrado. Y de los 10 documentados en territorio nacional, nueve están en el arco mediterráneo: Girona, Barcelona, Cambrils, Orihuela, Almería, Montellano, Lorca, Murcia y Granada.

Zonas con peligro de subsidencia relevante

Grado de riesgo

Riesgo de subsidencia

Riesgo mas severo

Barcelona

Valencia

Murcia

Lorca

Sevilla

Granada

Cartagena

GRÁFICO: UNESCO

“Se trata de un movimiento lento, que puede ir de milímetros al año a algunos centímetros, por eso el fenómeno puede pasar desapercibido”, describe el investigador del Instituto Geológico y Minero (IGME) Pablo Ezquerro. “No se da un deslizamiento de ladera o un colapso, así que, en cierta manera, escapa del foco de atención, pero aun así es algo que puede afectar a áreas más extensas”.

“Tiene que haber un detonante para que se produzca”, explica este técnico del departamento de Riesgos Geológicos y Cambio Climático. “Los cambios en los acuíferos pueden ser un posible detonante aunque haya fenómenos no antrópicos. La acción humana puede ser importante, pero no la única”, señala.

Se trata de un movimiento lento, que puede ir de milímetros al año a algunos centímetros, por eso el fenómeno puede pasar desapercibido, pero aun así es algo que puede afectar a áreas más extensas

Pablo Ezquerro  Investigador del Instituto Geológico y Minero

El ingeniero geólogo de la Universidad de Alicante Roberto Tomás Jover cuenta que “en España, hasta los episodios registrados en la ciudad de Murcia en los años 90 apenas se había oído este problema, que afecta mucho a sitios como California, México o Japón”. El caso murciano afectó a más de 150 edificios y otras infraestructuras y se le calcula un coste de 50 millones de euros. Jover también coincide en que “es un problema lento, y por eso es complicado percibirlo a simple vista. Llama la atención indirectamente, por ejemplo, cuando se provocan grietas en edificios”.

El IGME y la Universidad de Alicante participaron en la elaboración para la ONU de un mapa mundial de riesgo de subsidencia. Si se mira España se observa riesgo significativo en Barcelona, València, Lorca, Murcia, Cartagena, Orihuela, Granada o Sevilla. ¿Llevan asociados extracciones intensivas de agua subterránea? Muchas veces sí.

En la zona de España y Europa con mayor subsidencia comprobada, cerca de Lorca (Región de Murcia), el acuífero asociado, el del Alto Guadalentín, tiene un índice de explotación del 203%. Su nivel ha caído hasta 150 metros. El acuífero del Campo de Cartagena, que tiene una alta disposición a la subsidencia, está explotado hasta el 89%. Los episodios de Murcia a los que se refería Roberto Tomás “fueron causados por la extracción de agua de pozos para el riego durante un período de sequía”.

En la vega de Granada, también marcada en rojo en el mapa de peligro de hundimiento, el IGME y la Universidad de Granada han comprobado que en los periodos cuando más se ha bombeado desde el acuífero (por pocas precipitaciones) se generaron hundimientos de un centímetro al año. En el sur de la Vega detectaron depresiones de 1,5 centímetros anuales durante los cursos más secos. En la localidad de Otura existe un campo de golf “con varios pozos para su riego”, constatan los científicos. Una conclusión que sacaron, además, fue que allí “las deformaciones no se recuperan durante los años lluviosos; el comportamiento del terreno es inelástico, y los hundimientos se van acumulando”.

Riesgo de inundación

Un suelo más bajo porque se está hundiendo está más expuesto a inundaciones. “Una vulnerabilidad escondida”, lo llamaba esta investigación de la Universidad Virginia Tech. “Al final, si el terreno desciende, por ejemplo, en zonas costeras donde se está produciendo un incremento de nivel del mar, aunque cada fenómeno se mida en milímetros por separado, si se combinan se produce un agravante de las circunstancias”, cuenta Pablo Ezquerro.

Se acentúa en las zonas costeras, ya que si por un lado baja el terreno y por otro sube el mar el desnivel es mayor y abre la puerta, sobre todo, cuando hay un temporal

Roberto Tomás Jover  Ingeniero geólogo de la Universidad de Alicante

En Estados Unidos el problema se está concentrando en su costa atlántica; en España el IEO-CSIC ha comprobado que el Mediterráneo ha acelerado la subida del nivel del mar de una media de 1,8 mm al año entre 1948-2019 a los 2,8 mm anuales desde entonces a medida que el cambio climático deja sentir sus efectos.

Si se revisa el mapa de la España inundable creado por elDiario.es puede comprobarse cómo se superponen áreas en riesgo de inundación y hundimiento, como alrededor de l'Albufera de València y hacia la localidad de Gandía, en el eje que pasa desde Santa Pola y Orihuela (Alicante) hasta unirse con la ciudad de Murcia, en las ramblas del Campo de Cartagena –que circundan el Mar Menor– y en amplias zonas en el sur de la localidad murciana de Lorca. También en Granada, en cierta medida, en la zona de la ciudad de Málaga y Alhaurín de la Torre y desde Sevilla hacia el sur. 

“Si hay subsidencia, en mayor o menor grado, es decir, hundimiento, hay un cambio en la topografía, y conviene monitorizar la situación para poder ver cuál es la variación”, avisa Tomás Jover. Esta combinación peligrosa se acentúa “en las zonas costeras, ya que si por un lado baja el terreno y por otro sube el mar el desnivel es mayor, sobre todo cuando hay un temporal”. Con la crisis climática, ese ya no es un escenario hipotético en España.

La zona del Alto Guadalentín es un campo de estudio perfecto para entender la relación entre sobrexplotación de un acuífero, hundimiento del suelo y peligro de inundación. Ese valle es una depresión “fuertemente afectada por este riesgo de inundación”, explican los científicos. A esto se le ha unido que, “debido a la sobreexplotación del acuífero cuaternario subyacente, el área está afectada por las mayores tasas de subsidencia de toda Europa, con valores de hasta 10 cm al año”.

domingo, 18 de febrero de 2024

Los agricultores españoles y su gestión de los recursos naturales. Diario El País

El gran derroche de agua: miles de millones de litros para regar frutas y hortalizas que acaban desechadas o como comida para animales

Investigadores de la Universidad de Alicante estiman que solo el riego de los productos agrícolas retirados del mercado consumió tanto como 538 barcos cisterna, pero el despilfarro es mucho mayor

 

El agricultor murciano José Ángel Morales tritura limones que no puede vender en su finca de San Javier (Murcia), el pasado martes.ALFONSO DURAN

Aparte de arar la tierra, sembrar cosechas y bloquear carreteras, los tractores también sirven para destruir la cosecha que no se vende. Se les engancha una máquina trituradora y se pasan por encima de las frutas u hortalizas en el propio campo. Como cuenta José Ángel Morales, agricultor de San Javier (Murcia), esto se está haciendo ahora mismo con toneladas de limones en buen estado. “A pesar de lo que ha costado regar por la sequía, la mitad de la producción de limones va para destrío, es una pena, se están tirando al suelo y destruyendo”, se lamenta. Esto es lo que sucede cuando se satura el mercado de un producto agrícola y se hunden los precios. “Para mí es un año perdido”, incide este agricultor murciano, que no entiende que estén entrando limones de otros países, más baratos y que cumplen menos exigencias ambientales, mientras se están tirando los de aquí.

Cuando no hay salida para las frutas y las hortalizas en supermercados y fruterías, algunos productos como los cítricos se venden a precios más bajos para zumos u otras aplicaciones industriales, pero una vez se desbordan también estos canales, ya no quedan tantas opciones. “El mercado se satura y entonces te dicen que no hay precio. Simplemente con este calor, se adelanta una semana la cosecha planificada, y de pronto se junta una cantidad de brócoli que no sabes qué hacer con ella”, señala Francisco Gil, agricultor del Campo de Cartagena y secretario de COAG Murcia, que detalla cómo también se desechan muchas frutas y hortalizas por meras cuestiones estéticas, porque no cumplen los estándares visuales de los supermercados. “Este exceso de producción, yo lo cojo, lo trituro y lo uso como materia orgánica”, comenta. “Trituramos lechuga, materia orgánica; trituramos brócoli, materia orgánica; sandía, materia orgánica… También metemos las ovejas y se comen los melones… Es muy duro, pero cada uno se busca la forma, hablando claro, cada uno hace lo que puede”.

Higos y nísperos
1.728
1.237
422
3.387
Cerezas
1.566
1.096
338
3.000
Espárragos
1.005
1.482
394
2.881
Albaricoques
765
501
1.436
Uvas
745
1.093
Ciruelas
566
396
1.084
Ajos
317
709
Caquis, melocotones y paraguayas
342
642
Kiwis
349
609
Naranjas
438
Limones
435
Lechugas
179
Sandías
155
Tomates
83
Pimientos
79

Aunque resulta muy difícil seguir el rastro de toda esa producción agrícola en buen estado que se desecha, existe un registro detallado en todo el país, mes a mes, de la retirada del mercado de productos agrícolas. Se trata de la parte subvencionada por la UE, a través de las llamadas Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas (OPFH). Aquí sí hay un control porque se dan unas compensaciones económicas a los agricultores, aunque lo retirado no puede superar el 5% de lo comercializado en campañas anteriores. Según estos informes publicados por el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), organismo adscrito al Ministerio de Agricultura, en los últimos seis años se ha retirado una media de más de 70 millones de kilos anuales de frutas y hortalizas en el país. En este caso, los registros señalan que un 54,6% de los productos retirados fueron donados a comedores sociales o instituciones benéficas, pues como explica Agricultura, cuando esto sucede la ayuda que se paga a los agricultores es el doble que cuando va a otros destinos. Sin embargo, esto no quita que siga siendo un sobrante del sistema. Además, el 32,7% de las frutas y hortalizas acabó como comida para animales y el 12,6% fue a parar a la categoría de otros (biodegradación, compostaje, centros de gestión de residuos autorizados...). De entre toda esta montaña de frutas y verduras que no llegó al mercado, los productos con más millones de kilos retirados por esta vía desde 2018 han sido los tomates, las naranjas, los caquis, las clementinas y las sandías.

A partir de estos datos, el equipo de investigación en la Universidad de Alicante de Fernando Maestre, uno de los científicos españoles más citados, ha estimado el agua asociada a todos estos vegetales desechados, utilizando la metodología de huella hídrica. Según sus cálculos, el consumo de agua de riego de las frutas y hortalizas retiradas del mercado de esta forma en los últimos seis años alcanza una media de 10,7 millones de metros cúbicos anuales, lo que equivale a 10.700 millones de litros o 538 barcos cisterna al año como los que se quiere llevar a partir de junio a Barcelona si sigue sin llover. Esto es solo el riego, pero la huella hídrica aumenta a 31 millones de metros cúbicos anuales si, como ocurre con esta metodología, se incluye también el consumo de lluvia o el agua contaminada por los cultivos.

Tabla con 3 columnas y 19 filas. Ordenado de forma descendente por columna "Consumo de agua (m3)"
Ciruelas
21.334.101<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
19.681
Caquis
20.203.178<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
31.469
Naranjas
17.346.465<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
39.604
Nectarinas
15.881.824<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
24.738
Clementinas
15.377.516<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
31.255
Paraguayas
13.146.973<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
20.478
Melocotones
12.466.954<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
19.419
Mandarinas
7.861.566<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
15.979
Uvas
5.407.354<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
4.947
Albaricoques
5.081.050<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
3.538
Manzanas
4.770.498<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
8.900
Sandías
4.709.718<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
30.385
Peras
4.398.374<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
8.041
Tomates
3.553.909<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
42.818
Melones
3.206.912<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
16.878
Lechugas
2.403.673<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
13.428
Pepinos
2.195.681<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
24.951
Pimientos
841.545<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
10.652
Calabacines
835.382<span class="decimals" aria-hidden="true">,00</span>
6.904

Consumo de agua de los productos retirados

Huella hídrica de todos los productos retirados del mercado en un año, de acuerdo a los registros del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA).

Promedio anual 2018-2023

31.009.607 m3

Lluvia

15.778.383 m3

Contaminación por

el propio cultivo

4.463.545 m3

Riego

10.767.678 m3

Cada punto equivale a 20.000 m3, es decir, a un barco cisterna como los previstos para llevar agua a Cataluña por la sequía. Solo el agua de riego corresponde a 538 buques.

Fuente: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Universidad de Alicante y elaboración propia.

EL PAÍS

“Hay que tener en cuenta que esta parte que se retira del mercado es la punta del iceberg del desperdicio agrícola en el país, pero es muy interesante conocer estos datos porque reflejan la manera en la que producimos alimentos, con una sobreproducción de la que se habla muy poco”, destaca Maestre. “Con los problemas de sequía que tenemos en tantas regiones de España, que estemos tirando esta cantidad de agua es un disparate”.

Para cuantificar el derroche de agua, los investigadores han multiplicado los kilos retirados de fruta por la huella hídrica de cada variedad en cada territorio (que es distinta según el consumo de la planta y cómo se utilicen los recursos hídricos en ese sitio). De este modo, han estimado que los productos retirados que han generado un mayor despilfarro de agua desde 2018 son las ciruelas, los caquis, las naranjas, las nectarinas y las clementinas. Asimismo, también han calculado que el mayor derroche de riego por este motivo se ha producido en la Comunidad Valenciana (20,8 millones de metros cúbicos), Murcia (17,3 millones), Andalucía (11,6 millones), Extremadura (8,5 millones) y Cataluña (5,5 millones). Están justo en las zonas que tienen ahora mismo más problemas de escasez hídrica, Cataluña, Andalucía y Murcia (aunque la mayor producción agrícola en Cataluña se da sobre todo en el sur, donde no hay tantos problemas con el agua).

Tabla con 3 columnas y 17 filas.
Com. Valenciana
20.846.287
106.681
Murcia
17.344.207
115.465
Andalucía
11.619.034
112.681
Extremadura
8.548.192
18.693
Cataluña
5.533.598
41.405
Aragón
1.820.766
13.514
Navarra
657.151
6.527
Castilla-La Mancha
573.272
3.930
Castilla y León
60.391
839
Canarias
29.730
1.012
La Rioja
15.101
179
Baleares
14.755
270
País Vasco
2.847
91
Galicia
2.246
144
Asturias
0
10
Cantabria
Madrid

En el caso de los caquis, uno de los productos más retirados y con mayor huella hídrica en los últimos seis años, el motivo no es la saturación del mercado, sino los cánones estéticos en los lineales del supermercado. Como señala Bernardo Ferrer, agricultor de Alzira (Valencia) y vicepresidente segundo de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), “el caqui tiene una piel muy frágil y el mercado no admite que tenga dos o tres marquitas; se ha dado a entender al consumidor que los árboles producen bolas de billar, fruta perfecta”, ironiza Ferrer, que asegura que esto provoca que se quede en las parcelas un 25%-35% de la cosecha, que se recolecta y se tira al suelo. Como mínimo, asegura este agricultor, unas 50.000 toneladas anuales, lo que es mucho más de lo que figura en las estadísticas de productos retirados por las OPFH. Además, esto se refiere solo a lo que se desecha en el campo, la criba sigue luego en las centrales hortofrutícolas, en el sector del procesado, en los restaurantes y en los propios hogares, donde no es raro que algún caqui de los supervivientes termine en la basura. De hecho, según datos de Eurostat, el mayor despilfarro en Europa de alimentos en general (no solo frutas y hortalizas) ocurre en las casas.

“Aquí hay varios culpables y uno de ellos es el consumidor, que está en plan pasota, va a comprar y ve solo el precio”, recalca Francisco Gil desde Murcia. “Y, luego, la fruta no es perfecta, eso es mentira. Como la gente quiere la perfección, hay empresas que solo presentan lo inmaculado, a unos precios exagerados; hombre, no, pon lo inmaculado y lo menos inmaculado, que el consumidor decida. Se puede comprar baratísimo, pero nos tienen que dar la opción”.

Estas cifras de productos desechados pueden parecer a veces pequeñas cuando se comparan con las gigantescas producciones del campo español. En 2023 se retiraron del mercado 6.165 toneladas de sandías, lo que representa menos del 1% de la producción total de esta fruta en el país, pero esto también equivale a 308 tráileres (los camiones más grandes, con capacidad para unos 20.000 kilos), de los que el 85% terminaron como comida de animales. “Se argumenta que estos son daños colaterales para producir a gran escala unos productos que generan mucho dinero, pero no entiendo que sabiendo que se va a tirar mucho no se intente planificar mejor y a la vez se pida a la gente que no malgaste agua al cepillarse los dientes”, comenta el ingeniero agrónomo Jaime Martínez Valderrama, otro de los investigadores de la Universidad de Alicante que ha participado en el cálculo de la huella hídrica. “Lo registrado es lo que se retira del mercado para cobrar la subvención, pero esto es el mínimo, se desecha mucho más”, subraya el ingeniero, que asegura que hay otros casos agrícolas en los que también se está despilfarrando mucha agua sin que aparezca en las estadísticas de productos retirados. “Se están convirtiendo miles de litros de vino de La Rioja de calidad máxima en alcohol etílico porque sobra producción, esto también resulta un derroche absurdo”, destaca.

Limones tirados al suelo para ser triturados, en una finca del Campo de Cartagena, Murcia.
Limones tirados al suelo para ser triturados, en una finca del Campo de Cartagena, Murcia.ALFONSO DURAN

En lo que se refiere al despilfarro en el sector vinícola, Alejandro García-Gasco, responsable de la sección de vino de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), defiende que la bajada del consumo se debe a un cambio de hábitos y asegura que el problema está en los tintos. “Con las temperaturas cada vez más altas, ¿qué apetece más: un vino fuerte, con madera, con mucho cuerpo, o un vino blanco o rosado, fresquito?”, incide este agricultor de Castilla-La Mancha, propietario de un viñedo familiar. “Francia ha pedido el arranque subvencionado, con dinero público, de más de 16.000 hectáreas de viñedo, para arrancar viñedo tinto”, comenta García-Gasco, que afirma que en España las regiones vinícolas que están sufriendo más este cambio de tendencia en el consumo son las que producen también más tinto. Según incide, en algunas zonas no solo están solicitando destilaciones de crisis (subvenciones para transformar vino sobrante en alcohol), sino también lo que se denomina vendimia o cosecha en verde, ayudas para destruir los racimos de uvas cuando todavía están inmaduros en la viña. “La Rioja, Navarra, Cataluña y Extremadura están pidiendo para la próxima brotación una vendimia en verde, que es tirar la uva al suelo”, subraya.

Para evitar este derroche de recursos con un cultivo que cada vez se pone más en regadío en España, el viticultor manchego no defiende tanto el arranque de viñedos como una reorientación de los cultivos y mejorar las relaciones contractuales con los agricultores. “No se puede plantar con esta alegría sin saber dónde voy a vender mi vino”, insiste García-Gasco. “Imagina que yo estoy regando una variedad de uva que no tiene mercado. ¿Tú lo ves lógico? Pues luego, después de utilizar un bien escaso como es el agua de esta manera, voy y pido dinero público para eliminar ese vino”.

La sobrexplotación de los acuíferos para el regadío hunde el suelo y agrava el riesgo en la España inundable. El Diario.es

  La extracción intensiva de agua convierte al territorio, centímetro a centímetro, en más vulnerable a las avenidas torrenciales y la subid...