miércoles, 23 de mayo de 2018

Los Cigarrales de Toledo. Diario ABC

ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Cigarrales, testigos de la Historia

«Hemos llegado a un nivel de conciencia cultural que ya es obligación política integrar el pasado en nuestro presente»

Catedrático de Historia en la UCLMActualizado:
Este libro es un modelo de estudio histórico y de compromiso cívico. En cada página se despliega un cabal conocimiento y un riguroso dominio de las fuentes e historiografía en que se apoyan todos sus contenidos. Además, redactado con una prosa inteligente y didáctica, cualquier lector podrá llegar a la convicción de que la protección del patrimonio cultural nos involucra a todos como ciudadanos.
Son cualidades que expresan la sabiduría amasada por Pilar Morollón en su doble condición de investigadora y de profesora de historia, circunstancias concordantes con las de Alfonso Vázquez, cuyo triste fallecimiento hace que la autora redacte el texto en un plural de estudios y afanes compartidos entre ambos por la historia de Toledo. De hecho, el origen de este libro se remonta al estudio que los dos elaboraron por encargo del Ayuntamiento de Toledo, para servir de soporte científico al Plan Especial de los Cigarrales de 2007. Aquí se recogen los datos imprescindibles, pero Pilar Morollón ha construido un texto que constituye la más completa historia de esta parte tan original de la vida sociocultural de Toledo, la de los Cigarrales.
Portada del libro Los Cigarrales de Toledo. Apuntes para su historia. Almud Ediciones
Portada del libro Los Cigarrales de Toledo. Apuntes para su historia. Almud Ediciones
No sobra recordar que fue en Toledo, en septiembre de 1986, cuando el ICOMOS (International Council on Monuments and Sites) confeccionó el documento que, ratificado en Washington en 1987, se convirtió en la «Carta Internacional de Toledo y Washington para la Conservación de Poblaciones y Áreas Urbanísticas Históricas». Era el año de la declaración de Toledo como ciudad Patrimonio de la Humanidad, rango que alcanzaba no sólo por el valor de los edificios de su casco amurallado, sino además por «sus valores paisajísticos, su entorno geográfico, el encajamiento del río, los Cigarrales, las Vegas, el emplazamiento de la ciudad y sus miradores».
emplazamiento de la ciudad y sus miradores».
Cigarral del Bosque. Pedro Román. 1929
Cigarral del Bosque. Pedro Román. 1929
Tal relación de espacios y entornos obligaba, por tanto, a considerar de valor universal la zona paisajística de los Cigarrales. Por eso el libro de Pilar Morollón adquiere el valor añadido de ser imprescindible para quienes deban de tomar decisiones sobre la conservación de dicho espacio paisajístico. Los sucesivos capítulos muestran que nada es eterno en la historia, sin duda, pero que, por otra parte, hemos llegado a un nivel de conciencia cultural que ya es obligación política para todos integrar el pasado en nuestro presente de modo que las generaciones futuras puedan apreciar y disfrutar de las aportaciones de cada época.
En este sentido es muy reveladora la evolución de estos parajes del entorno de Toledo. Eran «tierras de cigarras» que, sin embargo, en el siglo XVI fueron convertidas en fincas de recreo por los aristócratas y familias enriquecidas en la órbita de la corte imperial de Carlos I. Una corte que, sumada al poderío del arzobispado, hizo de Toledo el eje político de Occidente en ese reinado. Llegó a tener, se dice, unos 60.000 habitantes. Sin embargo, el traslado de la Corte a Madrid supuso tal declive que se calcula la población bajó a 20.000 personas en el siglo XVII, y a 15.000 en el siglo XVIII. En estos siglos aquellas fincas de recreo pasaron sobre todo a manos de clérigos y conventos, por donación en gran medida, y se convirtieron en tierras de explotación agraria, especialmente de albaricoques y olivos.

Las sucesivas desamortizaciones de las propiedades eclesiásticas en el siglo XIX mantuvieron los usos agrícolas de tales fincas. Eso sí, cambiaron de manos y sus compradores, burgueses y aristócratas liberales, no sólo invirtieron con la idea de negocio sino que, imbuidos del romanticismo de la época, comenzaron a rescatar y embellecer el pasado literario de aquellos parajes, hechos famosos ya por autores del Siglo de oro como Cervantes, Tirso de Molina o Rojas Zorrilla. A esto se sumó desde fines del siglo XIX el empeño de los educadores republicanos de la Institución Libre de Enseñanza de convertir a Toledo en el arquetipo de «simbiosis de naturaleza y cultura». Significativamente cambiaron los propietarios de los cigarrales y, desde el primer tercio del siglo XX, se convirtieron en fincas de asueto para las clases ilustradas afincadas en Madrid.
«Desde el Cigarral», de Pedro Sánchez Colorado
«Desde el Cigarral», de Pedro Sánchez Colorado
La figura de Marañón ejemplifica esta nueva etapa que perdura hasta hoy. Sin embargo, desde la última década del siglo XX ha entrado en escena un nuevo protagonista, el inversor en hostelería y turismo, con las implicaciones que esto conlleva. Además, la propia ciudad, con 44.000 habitantes en 1980, al obtener la capitalidad del gobierno de Castilla-La Mancha, ha duplicado su población. No es este el espacio ni siquiera para esbozar los retos, querencias y diversidad de propuestas e intereses que convergen ahora sobre todos los entornos de Toledo, y, en concreto, sobre los Cigarrales. Pilar Morollón los plantea y analiza; los valora y denuncia. Porque, en definitiva, es una obra comprometida con la protección de un patrimonio que es de todos y no solo de unos u otros intereses, más o menos coyunturales. Por algo se cataloga Toledo y su entorno paisajístico como Patrimonio nada menos que de toda la Humanidad.

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