El gran superviviente calienta motores
La industria automovilística española, lista para espolear la recuperación
De un tiempo a esta parte es rara la semana que no se organiza algún evento relacionado con la industria del automóvil en España. O varios. Una industria empeñada en convertirse en ejemplo a seguir por el resto de las principales actividades económicas que podrían contribuir de manera notable a sacar el país de la profunda recesión económica que atraviesa. Y lo cierto es que se trata de los pocos sectores que ha sabido no solo capear el temporal, sino aprovechar las dificultades para fortalecerse.
A juzgar por las palabras del presidente de Ford España, José Manuel Machado, pronunciadas la semana pasada en el encuentro que organiza anualmente el IESE en Barcelona, no solo hemos iniciado ya el camino de la recuperación, sino que ya en 2017 España habrá recuperado unas ventas de un millón y medio de automóviles en el mercado nacional, lo que supondría duplicar las previstas para este año, de unas 715.000 unidades. Y aunque las afirmaciones de Machado han sido matizadas posteriormente por la mayor parte de sus colegas, con un menor grado de optimismo, sí que reconocen el crecimiento paulatino a partir de este ejercicio que podría llegar a unas ventas de 800.000 automóviles en 2014 y acercarse a la velocidad de crucero de 1,2 millones, más en consonancia con el resto de los grandes indicadores económicos en una situación normalizada.
De cualquier manera, parece evidente que nos encontramos ante un cambio claro de tendencia. Al aumento del 28% de las ventas en el mes de septiembre le ha seguido un 34,4% en octubre, lo que supone un crecimiento acumulado del 1,1% durante los 10 primeros meses del año. Una evolución positiva desconocida en el último trienio y basada en gran parte en los sucesivos planes de ayuda a la compra (Pive), que ya van por su cuarta edición. Y que según el Ministro de Industria se mantendrán mientras sean rentables, afirmación semejante a la del presidente del Gobierno, para quien lo importante es que sean compatibles con los Presupuestos Generales del Estado.
Los representantes de la Administración se han declarado últimamente fieles defensores del carácter ejemplar de una industria que ha sido capaz de atraer unas inversiones de 3.500 millones de euros en apenas un año y espera concretar otros 1.500 durante los próximos meses, para la renovación de los modelos actuales, con lo que se asegura la vida de las plantas afectadas al menos durante el próximo lustro.
Este año se fabricarán en España 2,2 millones de automóviles, una cifra que se incrementará hasta 2,4 millones en 2014, de los que se destinarán a la exportación cerca de 2,2 millones, según los cálculos de la patronal Anfac. Su presidente, Mario Armero, no se cansa de repetir: “El país que saldrá de la crisis será muy distinto al del año 2007”, por lo que es el momento de poner los cimientos a una “economía de crecimiento inteligente, ya que el final de la esperada recuperación económica no nos devolverá a donde estuvimos, sino a un nuevo modelo productivo”.
Un modelo en el que no deberían ser importantes los planes de ayuda, pero que, como reclama el director general de Opel en España, Enrico de Lorenzi, sí requiere un plan estructural en el que se aborden temas como los costes energéticos, el endurecimiento de las inspecciones técnicas (ITV), unos impuestos más en consonancia con los niveles de contaminación…
Según Armero, la automoción ha demostrado una capacidad extraordinaria para adaptarse a la economía globalizada en la que vivimos. “Nuestros productos están preparados para aprovechar la inercia de crecimiento del comercio mundial, 2.5% según la OMC, pero 5% de aumento en el comercio mundial de automóviles”.
Más del 90% de la producción española de automóviles se destina a la exportación, aunque son constantes también los requerimientos continuos de los responsables de las plantas instaladas en España de la necesidad de un mercado nacional fuerte para consolidar el denominado efecto sede, importante a la hora de decidir nuevas inversiones. “En igualdad de condiciones, las decisiones se toman con el corazón y no tenemos muchos corazones fuera”, recordaba Jaime Revilla, presidente de Iveco España, en el encuentro organizado por el IESE y la consultora KPMG.
Un encuentro en el que bastó que el presidente de la patronal de los concesionarios, Faconauto, recordara su frustración con la Ley de Distribución, para que le llovieran los tirones de orejas durante los días siguientes, previos a la celebración de su congreso anual, en el que recordó su convencimiento de que han de ir “todos de la mano”. En sus declaraciones anteriores, Jaume Roura señalaba, “sin ánimo de crítica”, porque, entre otras cosas, “se necesitan gallinas para poner huevos”, que la actividad de los concesionarios triplica en número de empleos a la de los fabricantes y que el mantenimiento de la ley “en la nevera” les había dejado sin seguridad jurídica.
El presidente de Faconauto está convencido de que no se entendió la ley en su momento. “No queríamos devolver los coches, solo llegar a un acuerdo con la facturación de los no pedidos”, lo mismo que con el descuento de las campañas de promoción que no habían promovido. La primera reacción, instantes después, fue del presidente de Anfac, Rafael Prieto, asistente al encuentro, mostrando su extrañeza por esas declaraciones de una entidad que ha manifestado su disposición a solucionar sus diferencias en el Comité de Diálogo, creado con este propósito. Aunque a decir verdad, desde la sustitución del anterior presidente de esta institución hace unos meses, su ineficacia resulta más que evidente.
Según Roura, hay que cambiar el modelo de negocio, la crisis ya se ha llevado 50.000 empleos directos y los concesionarios, pymes en su mayoría, no pueden “permanecer en pérdidas constantes”.
Unas pérdidas que se habían visto agravadas en los últimos tiempos por el desvío a los talleres independientes de gran parte de la facturación del negocio postventa, en el que se habían refugiado por las pérdidas en las ventas de automóviles nuevos.
Pero la situación parece que también ha tocado fondo en el ámbito de la distribución a juzgar por las declaraciones de los seis directores o consejeros delegados de grandes marcas participantes en el congreso de Faconauto —Renault, Peugeot, Volkswagen, Seat, Volvo y Toyota—, algunos de los cuales señalaron que su red registraba ya resultados positivos y el resto los alcanzaría en el próximo ejercicio.
A juzgar por las palabras del presidente de Ford España, José Manuel Machado, pronunciadas la semana pasada en el encuentro que organiza anualmente el IESE en Barcelona, no solo hemos iniciado ya el camino de la recuperación, sino que ya en 2017 España habrá recuperado unas ventas de un millón y medio de automóviles en el mercado nacional, lo que supondría duplicar las previstas para este año, de unas 715.000 unidades. Y aunque las afirmaciones de Machado han sido matizadas posteriormente por la mayor parte de sus colegas, con un menor grado de optimismo, sí que reconocen el crecimiento paulatino a partir de este ejercicio que podría llegar a unas ventas de 800.000 automóviles en 2014 y acercarse a la velocidad de crucero de 1,2 millones, más en consonancia con el resto de los grandes indicadores económicos en una situación normalizada.
De cualquier manera, parece evidente que nos encontramos ante un cambio claro de tendencia. Al aumento del 28% de las ventas en el mes de septiembre le ha seguido un 34,4% en octubre, lo que supone un crecimiento acumulado del 1,1% durante los 10 primeros meses del año. Una evolución positiva desconocida en el último trienio y basada en gran parte en los sucesivos planes de ayuda a la compra (Pive), que ya van por su cuarta edición. Y que según el Ministro de Industria se mantendrán mientras sean rentables, afirmación semejante a la del presidente del Gobierno, para quien lo importante es que sean compatibles con los Presupuestos Generales del Estado.
Los representantes de la Administración se han declarado últimamente fieles defensores del carácter ejemplar de una industria que ha sido capaz de atraer unas inversiones de 3.500 millones de euros en apenas un año y espera concretar otros 1.500 durante los próximos meses, para la renovación de los modelos actuales, con lo que se asegura la vida de las plantas afectadas al menos durante el próximo lustro.
Este año se fabricarán en España 2,2 millones de automóviles, una cifra que se incrementará hasta 2,4 millones en 2014, de los que se destinarán a la exportación cerca de 2,2 millones, según los cálculos de la patronal Anfac. Su presidente, Mario Armero, no se cansa de repetir: “El país que saldrá de la crisis será muy distinto al del año 2007”, por lo que es el momento de poner los cimientos a una “economía de crecimiento inteligente, ya que el final de la esperada recuperación económica no nos devolverá a donde estuvimos, sino a un nuevo modelo productivo”.
Un modelo en el que no deberían ser importantes los planes de ayuda, pero que, como reclama el director general de Opel en España, Enrico de Lorenzi, sí requiere un plan estructural en el que se aborden temas como los costes energéticos, el endurecimiento de las inspecciones técnicas (ITV), unos impuestos más en consonancia con los niveles de contaminación…
Según Armero, la automoción ha demostrado una capacidad extraordinaria para adaptarse a la economía globalizada en la que vivimos. “Nuestros productos están preparados para aprovechar la inercia de crecimiento del comercio mundial, 2.5% según la OMC, pero 5% de aumento en el comercio mundial de automóviles”.
Más del 90% de la producción española de automóviles se destina a la exportación, aunque son constantes también los requerimientos continuos de los responsables de las plantas instaladas en España de la necesidad de un mercado nacional fuerte para consolidar el denominado efecto sede, importante a la hora de decidir nuevas inversiones. “En igualdad de condiciones, las decisiones se toman con el corazón y no tenemos muchos corazones fuera”, recordaba Jaime Revilla, presidente de Iveco España, en el encuentro organizado por el IESE y la consultora KPMG.
Un encuentro en el que bastó que el presidente de la patronal de los concesionarios, Faconauto, recordara su frustración con la Ley de Distribución, para que le llovieran los tirones de orejas durante los días siguientes, previos a la celebración de su congreso anual, en el que recordó su convencimiento de que han de ir “todos de la mano”. En sus declaraciones anteriores, Jaume Roura señalaba, “sin ánimo de crítica”, porque, entre otras cosas, “se necesitan gallinas para poner huevos”, que la actividad de los concesionarios triplica en número de empleos a la de los fabricantes y que el mantenimiento de la ley “en la nevera” les había dejado sin seguridad jurídica.
El presidente de Faconauto está convencido de que no se entendió la ley en su momento. “No queríamos devolver los coches, solo llegar a un acuerdo con la facturación de los no pedidos”, lo mismo que con el descuento de las campañas de promoción que no habían promovido. La primera reacción, instantes después, fue del presidente de Anfac, Rafael Prieto, asistente al encuentro, mostrando su extrañeza por esas declaraciones de una entidad que ha manifestado su disposición a solucionar sus diferencias en el Comité de Diálogo, creado con este propósito. Aunque a decir verdad, desde la sustitución del anterior presidente de esta institución hace unos meses, su ineficacia resulta más que evidente.
Según Roura, hay que cambiar el modelo de negocio, la crisis ya se ha llevado 50.000 empleos directos y los concesionarios, pymes en su mayoría, no pueden “permanecer en pérdidas constantes”.
Unas pérdidas que se habían visto agravadas en los últimos tiempos por el desvío a los talleres independientes de gran parte de la facturación del negocio postventa, en el que se habían refugiado por las pérdidas en las ventas de automóviles nuevos.
Pero la situación parece que también ha tocado fondo en el ámbito de la distribución a juzgar por las declaraciones de los seis directores o consejeros delegados de grandes marcas participantes en el congreso de Faconauto —Renault, Peugeot, Volkswagen, Seat, Volvo y Toyota—, algunos de los cuales señalaron que su red registraba ya resultados positivos y el resto los alcanzaría en el próximo ejercicio.