jueves, 17 de agosto de 2017

Turismo. Diario El País

Cuántos turistas caben en España?

El tope de plazas impuesto en Baleares abre el debate sobre la sostenibilidad de un sector que representa el 11% del PIB español

Bañistas en la playa de la Barceloneta (Barcelona) el domingo 13 de agosto.
Bañistas en la playa de la Barceloneta (Barcelona) el domingo 13 de agosto.
Barcelona impide la apertura de nuevos hoteles en el centro, e incluso diseña una senda de decrecimiento en las zonas más saturadas.
Baleares decreta un tope de 623.624 plazas turísticas, con vistas a que este número vaya cayendo progresivamente hasta quedar ligeramente por encima del medio millón.
Actos vandálicos aislados bajo el paraguas del nuevo término de moda, la turismofobia, se han convertido en la serpiente del verano.
Y, por si todo esto fuera poco, el operador turístico TUI echa más leña al fuego al afirmar que España ya está muy llena; y que otros destinos se beneficiarán de esta saturación.
Frente a la masificación, el sector aspira a diversificar las visitas en distintas zonas y épocas del año
Pero, ¿es realmente así? ¿Son los más de 80 millones de visitantes extranjeros previstos para este año ya demasiados? La respuesta, compleja y con muchos matices, se resume en una especie de término medio: sí en algunos lugares y en algunas épocas del año; no con carácter general.
Incluso el propio sector admite la necesidad de abordar el desembarco masivo de visitantes con chanclas y bermudas en determinadas ciudades o islas. “En estos lugares, es necesario o bien limitar las capacidades de acogida o bien subir los precios de forma importante. Por eso creemos que la ley balear va en la buena dirección”, asegura José Luis Zoreda, vicepresidente y portavoz de Exceltur, el organismo que ejerce como lobby del turismo español. El objetivo primordial es, según Zoreda, doble: mantener como locomotora del crecimiento un sector que genera más de 2,5 millones de empleos directos y que, con el 11% del PIB, es ya la primera industria del país. Y, al mismo tiempo, evitar que sus efectos negativos acaben por extender una antipatía entre amplias capas de la población.
¿Cuántos turistas caben en España?
Pese a todo el revuelo levantado, el techo de plazas turísticas no es ninguna novedad en Baleares. Se estableció en 1999 bajo el principio de intercambio, que consistía en la creación de una bolsa de alojamientos en la que no se podía dar de alta ninguna cama si previamente no se había dado de baja otra. Pero tras unos años en los que esta norma se desvirtuó y, sobre todo, tras la irrupción masiva de las plataformas online de apartamentos turísticos, el Gobierno que dirige la socialista Francina Armengol se ha propuesto poner orden en el sector.
"Hay que limitar la capacidad o subir precios”, opina el ‘lobby’ del sector
Para ello ha decretado una moratoria de un año para Airbnb, Homeaway y similares, y convierte en ilegales los pisos turísticos que hasta ahora funcionaban al margen de la legalidad. Los incumplidores tendrán que hacer frente a cuantiosas multas. El Gobierno también acota las plazas actuales a 623.624, de las que unas 50.000 están en la bolsa de alojamientos aún sin atribuir. Para el futuro se plantea no renovar cerca de 120.000 licencias, las concedidas de más desde que la creación de los topes hace casi dos décadas.

Límites sobrepasados

¿Considera el Gobierno balear que las islas acogen ya a demasiados turistas? “En verano no se puede crecer más. Se han sobrepasado los límites. Tenemos que reequilibrar el modelo, demasiado dependiente del turismo”, responde Gabriel Barceló, vicepresidente y consejero de Turismo. Este político del partido econacionalista Més insiste en reenfocar el debate: no solo importa el número total de visitantes, sino la calidad de los servicios que se ofrecen. Para ello, compara la situación de Baleares y Canarias, dos archipiélagos que reciben un número similar de turistas —más de 15 millones el año pasado, en su mayoría extranjeros— pero con distintas capacidades de acogida.
Ya en los años noventa se intentaron fijar máximos de ocupación
“Canarias tiene más islas y más grandes. Y, además, los viajeros allí están mejor repartidos a lo largo del año, mientras que aquí llegan sobre todo en verano”, explica Barceló. Incluso dentro de una misma comunidad, las diferencias son también abismales. No tiene nada que ver la masificación de la localidad mallorquina de Magaluf o la ibicenca Sant Antoni, por ejemplo, con la más tranquila Santa Eulalia, también en Ibiza.
El discurso de este político econacionalista coincide en este aspecto con el de los representantes del sector: ambos reclaman una mayor diversificación en la oferta. “No tiene sentido hablar de cupos nacionales. La realidad es muy diversa. En Teruel el turismo no es un problema ahora ni probablemente lo será nunca. Pero en Barcelona se están superando los límites de capacidad. O en Palma. Allí tenemos un problema”, añade Zoreda.
Un experto pide evitar a los ‘hooligans’ y fomentar al viajero responsable
Y es en estos lugares donde el sector corre el riesgo de alienar la simpatía hasta hace poco prácticamente unánime en la población. Por primera vez en la historia, los ciudadanos de Barcelona ven al turismo como el principal problema de la ciudad, según reveló en junio una encuesta del Ayuntamiento.
Las cuotas baleares fueron recibidas con poco disimulada satisfacción por los hoteleros, que sin embargo criticaron la posibilidad de reducir plazas en el futuro; y por una abierta hostilidad de los principales perjudicados por la normativa, las plataformas como Airbnb, que veían en los planes del Gobierno balear un atentado contra su actividad.
Expertos como Juan Ignacio Pulido conceden que la limitación de plazas puede tener sentido en lugares como Baleares. Pero este profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Jaén insiste en que la solución no vendrá tan solo limitando la oferta. “El problema de Magaluf no es de oferta, sino de demanda. Hay que tomar medidas para impedir que vengan los hooligans e incentivar el turismo responsable. Y no se puede meter en el mismo saco a todos los establecimientos. No es lo mismo una plaza de hotel que dispone de depuradora de agua y medidas de ahorro energético que otro que no lo tenga. O uno que paga buenos salarios y otro que no”, concluye Pulido.
Desde las tecnológicas, las críticas a la ley balear son todavía más despiadadas. Fernando Encinar, jefe de Estudios de idealista.com, dice que está “en shock” por la decisión del Gobierno. “Dentro de un año, veremos que la gente que quiera alquilar usará plataformas desconocidas, y por lo tanto más difíciles de controlar. Veremos fraudes y abusos por culpa de una prohibición que no va a solucionar nada”, responde.

Revolución de Airbnb

El turismo español ha pasado en solo 15 años de recibir a 50 millones de extranjeros a los cerca de 84 millones previstos para 2017. En este periodo, el número de plazas —en hoteles, campings, apartamentos turísticos reglados, turismo rural y albergues— ha crecido en 800.000, hasta llegar a los 3,3 millones del pasado junio, según los datos del INE.
Pero pocos impactos ha experimentado el sector comparables a la irrupción de Airbnb y otras plataformas que han facilitado que un alemán pueda vivir su experiencia mediterránea alquilando un piso en el Eixample barcelonés prácticamente sin intermediarios. Según los cálculos de Exceltur en 22 ciudades, el número de pisos turísticos superó por primera en 2016 al de plazas hoteleras.
Las plataformas de apartamentos turísticos argumentan que, con su actividad, contribuyen a redistribuir los ingresos de un sector en ebullición a segmentos de la población que hasta ahora no se beneficiaban. Este argumento es en parte cierto. Pero obvia otras consecuencias perjudiciales que ha traído el que tantísimos propietarios se hayan convertido de la noche a la mañana en pequeñísimos empresarios de la hostelería. “Ha habido un crecimiento descontrolado al que hay que poner coto. De repente llegan a Barcelona decenas de miles de personas con las que las infraestructuras hoteleras y turísticas no contaban. Así se genera una presión tremenda sobre el territorio”, replica el experto en turismo Antonio Bernabé.
Los empresarios del sector llevan años frotándose las manos con récords que se superan mes a mes. 2017 promete sobrepasar todas las expectativas. Pero es importante tener en cuenta que muchos de los que llegan a España son turistas prestados, viajeros que huyen de los problemas de otros destinos —principalmente, los países afectados por las tensiones tras las primaveras árabes—; y que tan pronto como se tranquilice la situación volverán a esos lugares. Así se explica la llamada del operador TUI a los hoteleros españoles a contener los precios, con la amenaza velada de apostar por otros destinos.
Mientras tanto, España debe hacer un difícil equilibrismo entre afrontar la saturación en determinadas zonas, apostar por actividades que vayan más allá del sol y playa, y evitar que un creciente número de ciudadanos sienta que la turistización de sus ciudades les expulsa poco a poco de sus barrios. Y, todo ello, sin olvidar al inglés que elige la costa gaditana para pasar sus vacaciones.

De la moratoria canaria al plan de Valencia para Airbnb

El debate sobre los límites del turismo ha rebrotado ahora tras la decisión de Baleares de fijar un tope de plazas. Pero no es nuevo. A principios de este siglo, el Gobierno de Canarias impulsó una moratoria hotelera que, pese a sus excepciones, ha dejado de estar en vigor recientemente. Junto a la gestión del suelo, las Administraciones locales y autonómicas se enfrentan ahora a un reto tan o más peliagudo: qué hacer con los pisos turísticos no reglamentados que se alquilan a través de plataformas como Airbnb.
“Todas las ciudades estamos trabajando en cómo afrontar el aumento incontrolado de estos apartamentos. En Valencia preparamos un plan estratégico basado en la sostenibilidad cuyas conclusiones presentaremos en septiembre”, asegura Antonio Bernabé, director de la Fundación Turismo Valencia.
El Ayuntamiento de Valencia, donde gobierna en coalición Compromís, PSOE y València en Comú, se ha reunido con las partes afectadas para estudiar cómo abordar la proliferación de estos apartamentos. Las autoridades se plantean el establecimiento de una tasa especial sobre los pisos turísticos y la creación de un observatorio que cuantifique y analice la situación. “Hemos identificado muchos apartamentos que se escapan a cualquier tipo de control. Es cierto que en Valencia el fenómeno aún no se ha extendido tanto como en otras ciudades. Pero creemos que es mejor actuar preventivamente, antes de que se convierta en un gran problema”, concluye Bernabé.

Estos son los puntos con más turistas de España


Analizamos los lugares donde se concentran los visitantes. En verano, algunos pueblos tienen más turistas durmiendo en hoteles que residentes en sus casas

Estos son los puntos con más turistas de España
España recibió 61 millones de turistas extranjeros en sus establecimientos en 2016, según Eurostat. En España hay 48.000 hoteles, pensiones y camping que suman 4,5 millones de camas. El turismo es la primera industria del país y supone un 11% de su PIB. Pero es una industria concentrada y eso produce tensiones. El 91% de las pernoctaciones de turistas extranjeros fueron en la costa. De las 10 regiones con más turismo de Europa, la mitad son costas españolas: Canarias, Baleares, Cataluña, Andalucía y Comunidad Valenciana. El caso de Canarias es espectacular: si fuese un país, sería el quinto con más pernoctaciones de turistas de la UE, detrás de Reino Unido, Italia, España y Francia. A continuación analizo los municipios con más concentración turística de España.
El gráfico siguiente muestra los 25 puntos con más visitantes en hoteles. Los líderes son Madrid y Barcelona con 18 y 20 millones de reservas en 2016. Detrás vienen los destino de playa: San Bartolomé, Adeje, Benidorm. En la lista destacan Canarias y Baleares. Y es evidente el dominio de los visitantes extranjeros, que suponen el 78% de las pernoctaciones en estos destinos.
Estos son los puntos con más turistas de España
Esas son las cifras absolutas, pero no tienen en cuenta el tamaño de los municipios receptores. ¿Dónde hay más turistas por habitante? Para medirlo he calculado las pernoctaciones por día y habitante. En Sant Llorenç des Cardassar (Baleares) y Pájara (Canarias) hay un turista durmiendo en un hotel por cada habitante… todos los días del año. Entre los 10 puntos con más densidad turística hay dos en Comunidad Valenciana, dos en Baleares y cinco en Canarias. Aunque en la lista hay algunos destinos de montaña —Sallent, Naut Aran, Benasque, Vielha, Albarracín—, el dominio de la costa y las islas es evidente sobre un mapa, que podéis consultar en este enlace.
Estos son los puntos con más turistas de España
Estas densidades turísticas se multiplican en los meses de verano. España es un destino claramente estacional. Durante el verano, En Sant Llorenç des Cardassar hay tres turistas en hoteles por cada habitante. Otros cuatro lugares superan el ratio de un turista, un residente: Capdepera, Pájara, Salou y Peñíscola.
Estos son los puntos con más turistas de España
Estos datos ilustran otro fenómeno: la estacionalidad. Casi todo los destinos de costa concentran sus visitas en los meses de verano. Sanxenxo recibe el 64% de sus turistas entre junio y agosto. Pasa lo mismo en Baleares —Sant Llorenç, Capdepera y Calvià reciben la mitad de sus visitas en esos meses— y también en Salou, Lloret de Mar, Peñíscola o Mojácar. La gran excepción es Canarias, por su geografía. San Bartolome, Pàjara o Adeje tienen visitantes todos los meses. Los beneficios son evidentes. Ser un destino todo el año permite aprovechar mejor las infraestructuras y genera actividad económica todo el año. El trabajo es más estable y el turismo podría ser menos intensivo. Evitaría las ciudades fantasma en invierno.
La otra excepción entre los destinos de playa es Benidorm. La ciudad alicantina recibe solo un 32% de sus visitas en verano —una cifra baja para un destino de playa— y hasta el 18% el invierno. Es un caso intermedio entre los dos extremos de estacionalidad que se representan en el último gráfico. A un lado, los destinos canarios que, como San Bartolomé, reciben turistas todo el año; y en el otro, destinos que como Palma o Lloret de Mar triunfan solo en verano.
Estos son los puntos con más turistas de España
Estos datos de concentración turística suponen una paradoja. La polémica con el turismo parece más fuerte en ciudades como Barcelona, Madrid o Palma que en municipios pequeños donde el turismo es más intensivo. Una razón quizás sea económica. En Madrid o Barcelona mucha gente sufre las molestias del turismo sin beneficio directo. Los vecinos del centro no viven del turismo (y quienes sí viven de él probablemente viven en otros barrios). No ocurre lo mismo en Canarias, por ejemplo, donde el estímulo turista es evidente para los residentes: genera el 37% de los empleos, según Exceltur. Allí se ven los costes del turismo, pero también sus beneficios, para el conjunto de la sociedad y sobre todo para uno mismo.
Fuentes. Los datos de pernoctaciones provienen del INE (Encuesta de Ocupación Hotelera) y también las cifras del censo de población de cada punto turístico.

domingo, 13 de agosto de 2017

Incendios forestales en España. Diario El País

‘Pastorear’ los incendios forestales


Cuanto más eficaces se hacen las autoridades españolas en extinguir pequeños fuegos, más contribuyen a la formación de otros incendios más grandes

Un alcornoque que ha rebrotado tras el último incendio en Doñana.
Un alcornoque que ha rebrotado tras el último incendio en Doñana.
España es el país con más medios aéreos de extinción por hectárea forestal del mundo. Cantidades ingentes de fondos públicos se destinan a mejorar y aumentarlos, mientras que los presupuestos destinados a la prevención se reducen cada año, ignorando que los grandes incendios forestales son la consecuencia de la acumulación de excedentes de vegetación, el denominado combustible forestal. Las políticas de lucha contra incendios seguidas hasta ahora son generalmente reactivas y cortoplacistas, y ofrecen respuestas de contención, pero no soluciones.
El ciudadano está convencido de que nos estamos quedando sin bosques, cuando la realidad es que España es el tercer país del mundo tras China y EE UU en el que más aumentó la superficie forestal durante la pasada década. Con un crecimiento anual de 118.500 hectáreas, según datos de la FAO, nuestros espacios forestales se han duplicado en los últimos 100 años. En España contamos con 27 millones de hectáreas de superficie forestal, el 55 % del territorio, aunque lo que ocurre no es que aumenten los robledales, los hayedos o los alcornocales, sino que nuestros campos y montes se están matorralizando.
El fuego es un proceso químico que requiere la simultaneidad espacial y temporal de tres componentes: combustible disponible, fuente de calor suficiente para iniciar la reacción y un agente oxidante o comburente que la mantenga. El denominado Triángulo del Fuego nos recuerda constantemente que solo podemos actuar frente al combustible (la vegetación forestal), puesto que el oxígeno del aire (comburente) está siempre presente, y las fuentes de ignición (calor) son demasiado fáciles y abundantes en nuestros días.
Pero el daño potencial de un incendio no se debe a su inicio sino a su crecimiento, y este depende de nuevo de tres variables: la orografía, puesto que el fuego se desplaza leyendo el paisaje; el combustible que lo alimenta y las condiciones meteorológicas que lo dinamizan, por lo que el Triángulo de la Propagación apunta de nuevo al combustible como nuestra única opción de manejo, pues no podemos modificar las condiciones orográficas ni meteorológicas de nuestros montes.
Los términos “resistencia” y “resiliencia”, muy utilizados en psicología, están íntimamente ligados, pero son conceptos distintos. Resistencia es la capacidad de soportar las adversidades, mientras que resiliencia es la de recuperarse de ellas.
La lucha contra las llamas necesita un cambio de modelo en la extinción
Conocemos como especies pirófitas a las que han desarrollado sistemas que les permiten cohabitar con los incendios. Podemos agruparlas en pasivas, que son las resistentes al fuego (cortezas gruesas o corchosas, troncos grandes o muy altos, u hojas gruesas y con gran capacidad de acumulación de agua…) y activas, que son las resilientes (diseminaciones explosivas tras los incendios, nuevos brotes a partir del tronco quemado o cortado, germinaciones masivas a partir de semillas latentes, refoliación...). La resiliencia implica, por tanto, una elevada capacidad de autosucesión.
Lo ideal es que nuestros montes permanezcan resistentes a los regímenes naturales de incendios, y muy resilientes para su rápida recuperación ante los incendios extraordinarios. Los paisajes mediterráneos son de los más resilientes del mundo, dado que la inmensa mayoría de sus especies han desarrollado mecanismos de regeneración tras los incendios de gran eficacia. Nuestras especies arbóreas son también bastante resistentes gracias a cortezas gruesas o corchosas, a portes robustos y grandes secciones que soportan el paso frecuente de fuegos de suelo rápidos.
Gestionar bien el fuego pequeño es 'vacunar' el monte contra el grande
El problema es que la acumulación de matorral y combustible fino en torno al arbolado, por abandono de usos y exceso de celo en la extinción de los incendios que deberían constituir su régimen natural, hace que el fuego se instale más tiempo junto al tronco y acabe por prenderlo arruinando así la resistencia inicial de las especies y comprometiendo la capacidad de autosucesión del sistema.
Política y socialmente suele relajarnos identificar la causa de cada incendio, pero esa es una reacción injustificada, puesto que las causas de la ignición son independientes de las de la propagación. Ni el rayo ni el mechero del terrorista ambiental suponen per se un gran incendio, son las condiciones del monte las que lo propician.
Cuanto más eficaces somos en la extinción de los pequeños incendios, más contribuimos a la formación de grandes incendios, puesto que estos se encontrarán con más superficie y carga forestal para su desarrollo. De ahí la necesidad urgente del cambio de paradigma en el tratamiento de los incendios forestales, sustituyendo el objetivo tradicional de acabar con cada conato en el menor tiempo posible y a cualquier coste por el más lógico, sostenible y sensato de ordenar lo inevitable, puesto que los incendios forestales en el ámbito mediterráneo son algo tan seguro como el agostamiento estival de pastizales.
Paradójicamente, el aumento y mejora de los medios de extinción nos hace más eficaces en ese cometido, pero mucho menos eficientes al aumentar el gasto. Ello, además, resta resistencia a nuestros montes al acumular más carga para el próximo incendio, propiciando ecosistemas más vulnerables (menos resilientes) al aumentar la severidad y el daño potencial de ese próximo e inevitable gran incendio que tarde o temprano llegará. Aprender a convivir con los pequeños incendios evitará los grandes, así de simple.
La protección de las personas y sus bienes ha de ser la prioridad absoluta en la actuación ante los incendios. Condiciona siempre su tratamiento, pero, una vez salvaguardada la población, cada incendio fortuito supone una oportunidad de gestión para la prevención de próximos eventos en peores circunstancias. Es decir, el fuego bien gestionado es una herramienta para la única solución a nuestro alcance, el manejo de la vegetación. Lo que propongo, sí, es pastorear los incendios como si de ganado se tratase para generar discontinuidades que, amén de propiciar el deseado paisaje en mosaico, vacune el monte contra el gran incendio fortuito.
El manejo de los combustibles forestales es la piedra angular también de la prevención inteligente, basada en el estudio y conocimiento del comportamiento del fuego, frente a la prevención clásica e intuitiva, basada en la creación de cortafuegos en función de delimitaciones administrativas, o de otros usos que tan reiteradamente se han demostrado inútiles. Las quemas prescritas y el pastoreo de los incendios son una herramienta sensata y eficiente para hacer ingeniería forestal cercana a los procesos naturales, propiciando un régimen de incendios compatible y sostenible en los montes, lo que a su vez favorece los hábitats de las especies autóctonas, las más resilientes.
La identificación de los lugares donde el fuego se multiplica para la determinación y tratamiento de los puntos estratégicos de gestión, nos permitirá propiciar el confinamiento de los incendios en la cuenca de propagación donde surjan, optimizando cada euro invertido en prevención.
La redacción de planes de extinción anticipada nos permitirá, además, ejecutar los trabajos de preextinción que hagan seguras y eficientes las operaciones de extinción futuras, como la caracterización y adaptación de puntos de agua, accesos, lugares de anclaje táctico, rutas de escape, zonas seguras o puntos de aterrizaje y recogida de personal.
Por todo ello creo que la necesaria actualización de principios en la lucha contra incendios pasa por el cambio de paradigma en la extinción y la ordenación preventiva, basada en el conocimiento científico sobre el comportamiento del fuego forestal. La experiencia nos ha demostrado que no es eficiente acometer la planificación preventiva de forma paralela a la ordenación productiva de los montes. Con demasiada frecuencia un gran incendio ha tirado por tierra los planes de ordenación de montes aprobados.
Es conveniente que en el marco de la economía verde circular se redacten y ejecuten cuanto antes planes de ordenación con el objetivo de prevenir los grandes incendios forestales mediante la puesta en valor de los recursos naturales y el aprovechamiento de los excedentes de biomasa. Y que sean la ciencia forestal y el conocimiento sobre el fuego la base de la prevención; planes en definitiva que generen montes y paisajes resistentes y resilientes.
La puesta en valor de nuestros recursos forestales permitirá la sostenibilidad económica de las labores preventivas necesarias para limitar el desarrollo de los incendios forestales mediante la segmentación del paisaje, sin depender de los siempre escasos presupuestos de las Administraciones públicas. Solo así conseguiremos reducir el riesgo de ruina técnica que para una comarca puede llegar a suponer un gran incendio y nuestro entorno forestal podrá ser, como antaño, una oportunidad real de generación de riqueza, creación de empleo y dignificación de la vida rural.

Alejandro García Hernández es máster en Ciencia y Gestión Integral de Incendios Forestales.

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