miércoles, 16 de septiembre de 2020

El Cultivo de cáñamo en España. El País

¿Saben los ladrones de cáñamo que lo que roban no es marihuana?

Los habituales robos en cultivos en la comarca andaluza de Las Alpujarras suscitan las dudas entre propietarios y policías acerca del verdadero objetivo de los saqueadores

Cultivo de cáñamo industrial en la comarca de las Alpujarras (Granada).
Cultivo de cáñamo industrial en la comarca de las Alpujarras (Granada). FERNANDO MONTERO

A las tres de la madrugada del seis de septiembre, cinco presuntos delincuentes, distribuidos en dos equipos se acercaron a una plantación agrícola bajo plástico de Albuñol (Granada). Dos personas debían encargarse de entrar en el invernadero y cortar lo que a cualquier persona poco entrenada le parecería marihuana. Además, aunque quizá con menos intensidad, la plantación olía a maría. Tres personas, a cierta distancia, esperaban en un vehículo. Un guardia rural se percató de la cosecha nocturna e ilegal, y advirtió a la Guardia Civil. Media hora después, el desenlace de la operación fue de cinco personas detenidas y dos sacos con 38 kilos de cáñamo industrial confiscado.

Los cinco detenidos está acusados ahora de un delito de robo con fuerza, pero queda por dilucidar la cuestión de si los ladrones sabían realmente qué estaban robando. El cáñamo industrial es una planta en uso desde hace milenios en la agricultura y contiene menos de un 0,02% de tetrahidrocannabinol o THC, el principio psicoactivo del cannabis, el componente con tirón para los fumadores de marihuana. Con ese porcentaje, como explica un agricultor, "hay que fumar mucho, pero que mucho cáñamo, para conseguir algún efecto… y no se conseguirá". Las fuerzas de seguridad barajan dos alternativas: o desconocían lo que era realmente y pensaban que era marihuana o lo sabían y pretendían mezclar lo robado con la maría para sacar más rendimiento económico.

Desde hace tiempo, los productores de cáñamo industrial de la zona se quejan de los robos que sufren. Y siempre sobrevuela la duda de si los ladrones saben o no lo que roban. Fernando Montero cultiva cáñamo industrial desde hace algo más de cinco años en la comarca de la Alpujarra granadina. Con varias zonas de cultivo en la sierra, dice que le han robado el 80% de una de ellas en los tres últimos años. “Lo que no sé si a sabiendas de lo que es o no, pero los robos son una constante en nuestros cultivos”, señala. Montero explica que la razón para ello puede ser variada. “Traficantes que la mezclan con la marihuana y consiguen más cantidad de producto o, también, por el valor propio que tiene la mercancía, el cáñamo industrial, para venderlo al mercado negro”.

Todavía cabe una tercera razón: el aprovechamiento de la flor. “Hay un boom en su venta como producto aromático”, comenta el agricultor. En realidad, aunque se etiqueta como aromática porque no se puede vender para fumar, explica Montero, mucha gente se la fuma porque, a pesar de no tener principios psicoactivos, a quienes han probado la marihuana se la recuerda.

El cáñamo industrial es un producto muy versátil y se utiliza para infinidad de propósitos. Francisco Corpas Iglesias, ingeniero granadino y especialista en desarrollo de nuevos materiales de la Universidad de Jaén, explica que él lo ha usado para el desarrollo de hormigón con cáñamo con un resultado interesante como aislante. Ahora, además, se está empezando a sustituir fibra de vidrio (que requiere temperaturas de más de 1.400 grados para su fabricación) por fibra de cáñamo. Además, también se utiliza para hacer papel de calidad, medicamentos contra las naúseas tras la quimioterapia, cañamones para pienso de pájaros o aceites. Y a veces el producto no es barato: algunas variedades de aceite de cáñamo concretas alcanzan en plataformas de venta online los 179 euros por solo 10 mililitros, esto es, 17.900 euros el litro.

El cultivo del cáñamo es uno de los más antiguos que existen en la historia de la agricultura. Corpas cuenta que Cristóbal Colón utilizó fibra de cáñamo para las velas de sus carabelas por sus cualidades como aislante. Y los usos se han multiplicado. El cáñamo industrial, del que existen hasta 60 variedades de semillas reconocidas en Europa, es como el cerdo, todo se aprovecha de él. Desde las semillas, con las que se hace aceite o harina, pasando el tallo y la cañamiza, como biopolímero sustituto de otras fibras industriales, hasta la flor, de la que se extrae el cannabidiol o CBD , el componente de uso farmacológico. CBD y THC son dos grandes fortalezas del cáñamo. En el primer caso, lo es para la salud; en el segundo, hay que traaladarse ya al ámbito lúdico-recreativo.

Fernando Montero recuerda que el crecimiento del cultivo del cáñamo en España ha ocurrido en la última década y que es ahora cuando se está profesionalizando. En el mundo, hace tiempo que es una industria pujante. En Granada, por ejemplo, estima la superficie cultivada de cáñamo industrial en 300 hectáreas o algo más. “En Andalucía, la plantación requiere de un permiso de la Consejería de Agricultura y también lo notificamos a la Guardia Civil, aunque la vigilancia la tenemos que pagar los agricultores”, dice Montero.

El cáñamo industrial se cultiva en exterior o en invernadero. En el primer caso, se consigue una cosecha anual o, utilizando ciertas variedades de semillas, dos. Bajo plástico, el rendimiento es de tres y hasta cuatro cosechas anuales, ya que se pueden conseguir ciclos de cultivo de 90 días. Quienes cultivan o han estudiado este producto lo ven como un producto total. “El cáñamo se puede utilizar en bioconstrucción, para hacer tejidos, alimentos y medicinas. Es decir, nos proporciona casa, nos viste, nos da de comer y nos cura. Es un producto 100% aprovechable. Además, una hectárea de cáñamo purifica más que 15 de árboles”, narra Fernando Montero. Y concluye, “casi todo lo que se puede hacer con petróleo, se puede hacer con cáñamo”.

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