Nubes y claros en la playa española
La temporada turística prevé colgar el cartel de lleno, pero la competencia de otros destinos obliga a replantearse el modelo de la industria
Madrid
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Berlín
La sombra de la duda planea sobre el sector turístico español, que ve cómo ha llegado la temporada alta de vacaciones con las plazas sin llenar, como acostumbraba en los últimos cuatro años de máxima ocupación y altos precios. Y, aunque se haya retrasado hasta octubre la incertidumbre derivada del Brexit (sí, los ingleses pasearán otro verano por las playas españolas, donde son los principales clientes internacionales), los alemanes, que son los segundos, se muestran más remisos y, como se temía desde que se empezó a hablar de “clientes prestados” tras la primavera árabe, Turquía, Egipto y Túnez han despertado y atraen a estos turistas hacia sus más baratas costas.
Sin embargo, los datos disponibles de turismo exterior siguen mostrando fortaleza. Tras seis años récord consecutivos, que acabaron con 82,7 millones de visitantes en 2018 y un crecimiento del 2%; entre enero y abril de 2019 llegaron al país 21,4 millones de extranjeros, un 4,4% más que en el mismo periodo del ejercicio precedente, y gastaron cerca de 22.500 millones de euros, un 5,1% por encima. De hecho, Juan Molas, presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), asegura: “Estamos agradablemente sorprendidos por cómo ha evolucionado el sector hasta el 31 de mayo. Ha ido mejor de lo esperado. Las llegadas han subido un 3% y el gasto medio un 2,8%. Y junio está funcionando relativamente bien, salvo en algunos destinos concretos”. Básicamente Baleares y Canarias, donde los internacionales suponen el 85% de la clientela.
Nuevo récord
Según Isabel Oliver, secretaria de Estado de Turismo, “todo apunta a que esta temporada será muy similar a la de 2018 y puede que algo mejor porque, aunque algunos mercados estén bajando, otros suben y compensan el total”. Se refiere de nuevo a los alemanes que han visitado más España (un 6,5% por encima de abril de 2018), pero han pernoctado un 5,1% menos, siguiendo la tendencia de 2018. Y a los estadounidenses, que han subido un 17,5%, elevando un 15,4% su hospedaje. Pero la sombra de los germanos sigue siendo alargada. Los hoteleros de Baleares hablan de descensos en las reservas estivales del 15% o 20%. Tienen el miedo en el cuerpo y han sacado su arsenal de ofertas. En el caso de Iberostar, por ejemplo, llas rebajas llegan hasta el 30%. Hacía varios veranos que no se veían descuentos tan grandes.
Los turistas están cambiando sus hábitos. Florian Schild pisó por primera vez Mallorca a principios de los noventa con sus padres. Después de haberse pateado el mundo, hace cuatro años empezó a volver a Malle, como llaman los alemanes a la isla balear. “Ahora tengo niños pequeños y Mallorca tiene todo lo que buscamos. Está cerca, hay mucha naturaleza, mucha calidad por ejemplo en agroturismo y mucho descanso”, explica este profesor para niños con necesidades especiales de 39 años. Él es de los que visitan el norte de la isla, a donde van los alemanes que hacen senderismo y huyen de las megafiestas y del sauftourismus —el turismo de beber— de la playa de Palma, que tanto gusta a otros compatriotas.
La familia de Schild adora Mallorca y tal vez vuelvan en Semana Santa, pero este verano se están planteando ir a Escandinavia o a las montañas bávaras, porque ahora saben que también aquí, en el norte de Europa, tienen calor garantizado durante las vacaciones. El cambio de las temperaturas es solo una de las razones por las que, según los expertos, algunos alemanes están dejando de viajar a España. La otra, más relevante, es el renacimiento de destinos del Mediterráneo oriental, con precios imbatibles.
En la DRV (Deutsche Reise Verband) explican que Turquía ha renacido y que las reservas se han incrementado un 60% respecto al año anterior. Ha pasado a ocupar el tercer puesto de preferencia para los viajeros alemanes, después de Grecia y España. En los últimos dos años, la inestabilidad política turca y, sobre todo, el enfrentamiento diplomático con Alemania provocaron una fuerte caída del turismo alemán. “Prevemos que las cifras de Turquía crecerán, así como las de Egipto y Túnez, que experimentaron un fuerte aumento el año pasado”, explica Kerstin Heinen, portavoz de la asociación alemana del sector.
Más de un tercio de las ventas de paquetes turísticos para este verano que incluyen vuelo desde Alemania tienen como destino el Mediterráneo oriental, incluyendo Turquía, Grecia, Egipto, Bulgaria, Túnez y Croacia, según la DRV. Las razones son sobre todo los precios para el turismo de hotel todo incluido en zonas donde, además, la infraestructura turística es muy buena. “Turquía y Egipto tienen una oferta de muy buena calidad-precio, especialmente para familias para las que los paquetes con todo incluido hace que les resulte más fácil calcular el precio final. España se benefició de la caída de la demanda del Mediterráneo oriental y elevaron los precios, y los alemanes, sobre todo las familias, son muy sensibles a la subida”, explica Heinen.
Y son precisamente estos paquetes de viajes los que más se están resintiendo en España, y no solamente en las islas. En los cuatro primeros meses de 2019 solo 5,2 millones de turistas llegaron con ellos bajo el brazo, un 8% menos. Algo a lo que algunos empresarios dan la bienvenida porque, gracias a ello, está aumentando el gasto medio y puede que se relaje la percepción de congestión en las playas españolas, indica José Luis Zoreda, vicepresidente del lobby de las grandes compañías turísticas Exceltur. “La gente que se está yendo a otras costas es la que decide por precio, la que compra vacaciones con todo incluido, y deja en su país de origen el 60% de lo que paga”, apoya Rafael Gallego, presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV).
Sin embargo, los empresarios españoles están acostumbrados a manejar grandes volúmenes de clientes y, cuando las reservas no están al nivel que se proponen, su obsesión es mantener la ocupación a toda costa y tiran de la rebaja de tarifas para conseguirlo. Esta ha sido su respuesta tradicional y lo sigue siendo ahora después de esgrimir durante años que España es un destino turístico que compite por calidad y no por precio. Un país en el que el año pasado se invirtieron 3.500 millones de euros en renovar instalaciones, según Cehat. Y en el que las grandes hoteleras, que son las que más dinero han destinado a la modernización, continúan empeñadas en esa estrategia.
Meliá y Barceló son dos claros ejemplos. “Estamos manteniendo ocupaciones del 88% en julio y agosto en Canarias y Baleares bajando un 5% o 6% los precios”, admite Raúl González, consejero delegado de Barceló Hotel Group. Gabriel Escarrer, primer ejecutivo de Meliá Hotels International, reconoce las rebajas en mercados específicos, como Canarias y Menorca, al tiempo que habla de que “es la nueva normalidad”.
Es un contrasentido, asegura la secretaria de Estado de Turismo, decir que el turismo de sol y playa español tiene una calidad superior al de Turquía o Egipto, al tiempo que se rebajan las tarifas para poder competir con esos destinos. “Hemos de ofrecer algo más que sol y playa porque no tenemos ni queremos competir por precio. Debemos trabajar en el producto, en diversificar la oferta y reformar las instalaciones públicas y privadas que están anticuadas. Así conseguiremos que los extranjeros se queden más días y tengan más cosas que hacer aquí”, sostiene.
¿Modelo agotado?
Porque ya no sirve el modelo de sol y playa masivo y gestionado por turoperadores (como Thomas Cook o TUI, que atraviesan serias dificultades). El café para todos, que llaman algunos. Las costumbres de los visitantes han cambiado, ahora viajan mucho más, se quedan menos tiempo en sus destinos y reclaman actividades de ocio complementarias, ya sean culturales, gastronómicas, deportivas, de naturaleza, compras… También prefieren las reservas por Internet y los vuelos low cost en lugar de los paquetes turísticos. Y cada vez retrasan más sus decisiones de compra, pese a que este verano los nacionales, que son los que mejor se están comportando junto a los portugueses, según Gabriel Escarrer, consejero delegado de Meliá, hayan adelantado sus reservas. En el caso de la compañía avanzan un 1,7% sobre 2018. En el de Barceló, lo hacen en los destinos mayoritariamente frecuentados por españoles (Andalucía y Levante, sobre todo) y, por supuesto, en las ciudades, que son las que mejor responden a estos nuevos hábitos.
“Los turistas que están abandonando España son un revulsivo para replantearnos nuestro modelo de negocio, que ya en 2018 creció solo un 2% y este año se desacelerará hasta el 1,6%”, afirma Zoreda. Hasta ahora, en un sector acostumbrado al viento a favor, era predicar en el desierto por la endogamia arraigada entre los empresarios, difícil de romper, continúa. Ya no es sostenible seguir creciendo a ritmos del 5% anual y la estrategia no puede ser bajar los precios un 30% o un 40%. La ocupación por la ocupación ya no sirve. “En un mercado de varias velocidades, en el que ciudades como Madrid, Valencia, Málaga o Barcelona van como un tiro y donde las compañías que han mejorado sus establecimientos costeros tienen mayor defensa ante los movimientos turísticos mundiales. El que ofrece solo sol y playa tiene que trabajar necesariamente con los turoperadores, y es quien las está pasando canutas hoy en Baleares y Canarias”, explica el vicepresidente de Exceltur.
Los fundamentos competitivos del mercado de sol y playa están cambiando a marchas forzadas, hace falta un nuevo modelo apoyado por el Gobierno, las comunidades autónomas y las empresas que pueda mantener el crecimiento del sector por encima del conjunto de la economía, agrega. El hecho de que en los últimos cinco años la estancia media haya pasado de 9,4 a 7,2 días es preocupante. Igual que la desaceleración del gasto, dice.
“Aunque los nacionales nos puedan solucionar el verano, pues sus reservas suben entre el 8% y el 12%, en sol y playa no podemos crecer más porque no lo aguanta el entorno”, opina Rafael Gallego. El presidente de la patronal de las agencias de viajes cree que es posible cerrar 2019 con 85 millones de turistas, pero también que ha de hacerse conteniendo sus llegadas a las costas e impulsando el crecimiento del interior del país. “Cada vez se hacen más escapadas y es aquí donde tenemos recorrido. Sectorizando el producto, vendiendo nuevas rutas enológicas, de fiestas populares o arquitectónicas…, y el turismo de ciudades, donde los clientes tienen un nivel superior de gasto”, asegura.
Porque el turismo de masas no atrae a todo el mundo. Hay muchos que, como Florian Schild, no cambiarán sus gustos por mucha oferta que haya. “No me planteo ir a Turquía porque allí tengo que estar en un hotel grande; hay menos lugares pequeños y no me gusta. Yo quiero viajar libre. En Túnez tampoco me puedo mover libremente”.
Destino preferido
El deseo de los alemanes de viajar no ha disminuido, según los datos de la DRV, que cifra en 68.000 millones de euros los desembolsos turísticos del año pasado, lo que supone un 5% más que en 2017. Y España sigue siendo el destino predilecto. Uno de cada cuatro euros que los alemanes invirtieron en sus vacaciones acabó en España, según los datos relativos a 2017 de GfK, que registra las reservas de agencias de viajes y portales turísticos enfocados a paquetes turísticos. España ha continuado siendo el destino preferido de los alemanes tanto en número de visitantes como en gasto.
Desde Thomas Cook en Alemania, para quienes España es el destino vacacional más importante, explican que también este verano lo sigue siendo para estancias cortas y medias y que Mallorca es de lejos el lugar número uno. Aunque la temporada de reservas arrancó débil y numerosos hoteleros modularon la demanda ajustando los precios, estas rebajas, “junto a promociones por nuestra parte, han hecho que el impacto no haya sido grande y que hayamos visto un fuerte aumento de la demanda en las últimas semanas”, asegura el turoperador, que planea renovar hoteles y abrir otros nuevos en las islas Baleares.
Ciro Krauthausen, director del periódico alemán con sede en Mallorca Zeitung, se muestra cauteloso ante la riada de noticias que se publican estos días alertando de la caída de turistas alemanes en la isla. Cree que responden en buena medida a los miedos de los hoteleros, que ven que las reservas no acaban de llegar, y recuerda que venimos de unos niveles de ocupación altísimos. Pero también explica que en la isla “el comportamiento de los turistas está cambiando". "Hay mucha gente que decide sus vacaciones con menos antelación y que viajan, pero por menos tiempo. Yo no descarto que la caída al final no sea tan considerable”, predice. “Los alemanes tienen una afinidad enorme con Mallorca y tendría que pasar algo muy grave para que se rompa ese aprecio por la isla”, concluye Krauthausen.
Incluso puede que cuando la capacidad hostelera de Turquía toque techo, algo que ya está a punto de suceder, según Gabriel Escarrer, se produzca un trasvase de clientes hacia las playas españolas que, en definitiva, vivirán un verano más plagadas de turistas sacando pecho de su mayor seguridad, su patrimonio cultural y su riqueza medioambiental. Al menos mientras dure, porque la única respuesta que dan el Gobierno y los empresarios del sector ante los desafíos del cambio climático y la subida de las temperaturas es que trasladarán la temporada alta vacacional a otros meses del año. Igual que se empiezan a distribuir los flujos de cruceristas a lo largo de todos los días de la semana en Barcelona o Palma de Mallorca. O se limitan los apartamentos turísticos para que los fenómenos de la gentrificación y la turismofobia hagan la menor mella posible en la primera industria nacional.
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