lunes, 4 de marzo de 2019

Centro de Madrid. Gentrificación. Medidas contra la polución. Diario El País.

Los niños se van del centro de Madrid

El número de familias con pequeños sigue cayendo en el corazón de la capital mientras suben los precios y crecen los turistas y los espacios de ocio, según un análisis de EL PAÍS


Cuando acaba la fiesta en Malasaña, los pequeños surgen como duendecillos que esperaban escondidos al final del estruendo. Son las 8:00 h en el centro de Madrid y decenas de niños caminan de la mano de sus padres en ruta hacia el colegio Pi y Margall por las mismas calles que horas antes llenaban jóvenes atraídos por la vida nocturna de este barrio vendido al mundo como “cool”, la cuna de la movida.
A veces la policía vigila la entrada del colegio, un antiguo convento en una esquina de la plaza Dos de Mayo, famosa por el botellón, una concentración festiva prohibida pero tolerada.
Las calles están cubiertas de carteles de SOS Malasaña, la campaña vecinal que denuncia que el barrio se ha convertido en un parque temático de ocio y turismo. Los vecinos se encuentran “en peligro de extinción”, alertan.
Su campaña es un grito de socorro que resuena en otros barrios de este distrito de 132.352 vecinos, donde según un análisis de EL PAÍS están menguando las familias con niños. Desde 2003, en el distrito Centro los menores de cinco años han pasado de representar un 3,6% de los vecinos a ser un 2,8%, según el padrón de la capital. En 2011, por primera vez en el siglo XXI, el número de niños de menos de cinco años empadronados en el centro cayó por debajo de los 5.000. A día de hoy, son 3.844.Los niños se van del centro de Madrid
El descenso de los niños que viven en el centro no se explica por la caída de la natalidad que afecta a todo el país. De hecho, en Madrid hay más o menos los mismos niños ahora que en 2003, en cifras absolutas y en porcentaje. En 2011 llegaron a ser el 4,9%, y ahora son solo el 4,2%, pero el distrito Centro es donde menos encontramos.
En los barrios del distrito Centro hay mucha más gente entre 25 y 39 años que en el resto de Madrid. Y es así de forma permanente: la pirámide de edad no envejece ni aparecen los hijos, lo que sugiere que las familias se mueven a otros destinos y son reemplazadas por jóvenes.
A juicio de SOS Malasaña y otros vecinos aquí, el éxodo de los padres con niños es una consecuencia de la fiebre por mercantilizar el espacio ideado para vivienda
La ciudad es un sitio para vivir, no para hacer negocio”, dice Jordi Gordon, el activista que lidera SOS Malasaña. Un tsunami de problemas se derivaría de ahí: los desalojos de vecinos que no pueden afrontar las subidas del alquiler, la proliferación de pisos destinados a Airbnb o el cierre del comercio de proximidad para ser sustituido por bares y restaurantes. Estos vecinos sienten que la crisis demográfica se debe a que durante mucho tiempo las autoridades han dado prioridad a los turistas. “Queremos un estatuto que nos proteja como al lince ibérico o al oso pardo”, añade Gordon.
La huida del centro es un fenómeno que también sucede en otras ciudades de Europa y Estados Unidos, donde la prensa cita la subida de las rentas del alquiler como el principal motivo. Durante la ruta al colegio de Malasaña, las familias se cruzan con barrenderos municipales que limpian los restos de la noche. Nada nuevo. Esta zona está acostumbrada al ruido y la suciedad. De hecho hubo épocas peores como la epidemia de heroína de los 80, pero al menos antes Malasaña tenía "una identidad de barrio", una idea que muchos parecen anhelar.
El centro sin embargo tiene ventajas para los que resisten, en muchos casos gracias a que son propietarios y no temen subidas de alquiler. Mientras miles de madrileños sufren los atascos, Teresa de las Cuevas recorre a pie en cinco minutos el trayecto al colegio Pi y Margall, de la mano de sus dos hijos. Agradece que desde diciembre apenas se cruzan con coches por las callejuelas gracias a Madrid Central, las nuevas restricciones al tráfico en el centro.
Vivir en el centro le compensa por la oferta cultural y de ocio. “Es una elección personal”, dice de las Cuevas, enfermera de 40 años y esposa de un músico.
Por esos atractivos, el centro sigue siendo el lugar elegido por muchos veinteañeros y treintañeros. “Si estás soltero Malasaña es un barrio cojonudo, tienes fiesta, teatro, copas, lo tienes todo”, dice Miguel Parrondo, padre de una alumna. Pero esos jóvenes son vecinos en tránsito, que se suelen mudar cuando llegan a la siguiente etapa de sus vidas.Los niños se van del centro de Madrid
Muchas familias eligen nuevos destinos para criar a sus hijos, como prueba el crecimiento del número de niños en distritos menos céntricos de la capital. Ocurre en Hortaleza, El Goloso o Valverde, hacía el norte, y en Arganzuela o Villa de Vallecas, hacia el sur. También hay más niños en muchos municipios de la periferia de Madrid.
Carolina Madruga y su esposa Rocío Rodríguez se fueron de su piso cerca de la plaza de Cascorro hace dos años justo cuando tomaron la decisión de ser madres. "No nos veíamos con una niña ahí, por varios motivos pero lo que desencadenó todo fue cuando nos subieron el alquiler para un Airbnb", dice Madruga, de 34 años. Ahora viven en el distrito de Hortaleza, en el noreste de la capital.
En el colegio Pi y Margall la directora, Teresa Aira, dice que es común que durante el curso los padres anuncien que se mudan porque los caseros les han subido la renta.
El colegio sigue lleno, dice Aira, porque los padres mantienen a sus hijos aún después de mudarse a nuevos destinos en Usera, Vallecas o Getafe. “Es un colegio muy querido”, explica. Igual sucede en otros colegios del centro, donde hay muy pocas escuelas públicas y las que hay son pequeñas, de ahí en buena parte que algunos como Pi y Margall sigan teniendo listas de espera. 
Muchos mantienen a sus niños en el colegio por motivos de trabajo o porque sus abuelos viven cerca”, dice María Nieves García, directora de un colegio en La Latina, el Vázquez de Mella.
Los más veteranos del centro dicen que hace décadas era casi imposible conseguir plaza y ahora les llama la atención que todos los colegios hagan jornadas de puertas abiertas. "Hace treinta años había padres que no conseguían plaza en el distrito", dice Saturnino Vera, presidente de la asociación de vecinos de las Cavas La Latina.Los niños se van del centro de Madrid
Para los vecinos ha supuesto un gran alivio Madrid Central porque ha facilitado algo moverse con carrito de bebé o con niños de la mano. Pero para muchos, sin embargo, los inconvenientes son intolerables. El centro es desde hace tiempo un lugar de fiesta y compras, pero la masificación ha llegado a niveles récord en buena parte como consecuencia del boom turístico. En 2018, Madrid batió una nueva marca histórica de 10,2 millones de visitantes y es muy probable que esa cifra siga creciendo conforme crece el poder adquisitivo en los países en desarrollo.
La aglomeración de población flotante hace que los 5,2 kilómetros cuadrados del distrito Centro (un tamaño ligeramente menor al Peñón de Gibraltar) tengan la mayor densidad humana de Madrid. El barrio más masificado es Sol con un 178% de población flotante sobre el total de población residente, seguido de Cortes, con un 116%, según el Ayuntamiento.




Madrid Central: en tres meses baja un 25% el tráfico en Gran Vía

Vecinos y expertos aprueban la medida estrella de Carmena mientras los comerciantes piden permisos específicos

Una señal informa sobre el área de tráfico restringido Madrid Central. ULY MARTIN
El pasado 30 de noviembre entró en funcionamiento el área de tráfico restringido Madrid Central. Vecinos y expertos aprueban la medida estrella de Manuela Carmena por sus efectos positivos sobre el tráfico y la contaminación, mientras los comerciantes piden permisos específicos para su actividad comercial. El Ayuntamiento destaca que el paso de vehículos por la Gran Vía (situada en el interior de Madrid Central) ha descendido un 25%, mientras que los autobuses de la EMT han crecido un 4,4%. El próximo 15 de marzo entran en vigor las multas, de 90 euros, para quienes accedan al área sin permiso.
Desde el primer momento se ha demostrado que todas las teorías apocalípticas no tenían fundamento. Madrid Central está funcionando bastante bien”, explica Quique Villalobos, presidente de la FRAVM, que aglutina a la mayoría de asociaciones vecinales de la región. “Los vecinos están encantados, han colgado vídeos de calles que antes estaban llenas de coches y por las que ahora se puede cruzar con tranquilidad. Los autobuses han mejorado sus frecuencias, se ha reducido el nivel de ruido de las calles… En términos generales se está cumpliendo lo que se esperaba, una mejora para el funcionamiento de la ciudad”, añade. Villalobos critica que la Comunidad “ha hecho boicot” a la medida no reforzando el servicio de metro, que es su competencia.
Lo confirma Manuel Osuna, presidente de la asociación de vecinos La Corrala de Lavapiés: “Nosotros creemos que está funcionando bien, pero hace falta que se pongan en marcha las multas cuanto antes”, señala. En cuanto a los posibles problemas para bares o comercios, explica: “En Lavapiés no ha cerrado ningún bar ni ningún comercio por Madrid Central. Aquí el problema es la gentrificación, que está convirtiendo en bares todos los puestos del mercado de San Fernando”.
Los ecologistas destacan la mejora en la calidad del aire. “Para nosotros Madrid Central es muy importante porque demuestra que cuando quitas tráfico mejoras la calidad del aire”, explica Juan Bárcena, de Ecologistas en Acción. “La medida está funcionando mejor de lo que se esperaba porque se está respetando a pesar de que todavía no hay multas”. En este sentido, destaca que la estación de la plaza del Carmen, la única en el interior del área, está registrando “una reducción considerable de la contaminación” a pesar de las malas condiciones climatológicas. “Si esta medida se mantiene, podría ser la primera vez que esta estación no vulnere el valor límite anual”. 
Una señal en el suelo informa sobre la entrada a Madrid Central. Una señal en el suelo informa sobre la entrada a Madrid Central. ULY MARTIN
Miguel Álvarez, experto en movilidad de Nación Rotonda, apunta otra idea: “En las calles más pequeñas de Malasaña [dentro de Madrid Central] se ha empezado a ver un uso distinto de la calle por parte de los peatones, que las están haciendo suyas y caminan por la calzada. Es lo que ocurre cuando pasan muy pocos coches”.
El Ayuntamiento constata que la medida “ha supuesto un trasvase del vehículo privado al transporte público”, ya que del 8 de enero al 27 de febrero se ha registrado un aumento de usuarios del 4,4% (2.796.900 viajes más). También ha habido mejoras en la regularidad de los autobuses, reduciendo los tiempos de espera en parada. La zona en la que más se nota el descenso del vehículo privado es Gran Vía, con una disminución del 25,88% en los días laborales. El efecto positivo de Madrid se ha notado también en el perímetro de la zona de bajas emisiones, donde el tráfico ha bajado un 3,79%, mientras que en la M-30 se redujo un 0,55%.

El coche es el nuevo tabaco”

Las restricciones al coche tienen un paralelismo con la ley del tabaco. El automóvil es el nuevo tabaco”, resume David Lois, experto en movilidad urbana, profesor de la UNED e investigador en el Centro de Investigación del Transporte de la Universidad Politécnica de Madrid. En su opinión, lo positivo de Madrid Central “es que se ha producido sin elementos de disuasión, porque todavía no se multa. Las personas han aceptado el nuevo escenario porque muchos piensan que es un elemento necesario y justo, y hay una mayor sensibilización hacia cuestiones de salud y medio ambiente”, dice. Además, “cientos de miles de personas hacen sus compras cada día en el centro, y se benefician de una mejor de calidad del aire y una mayor accesibilidad a pie, lo que impulsa la actividad económica, como demostró un informe de BBVA”.
Lois también destaca que Madrid Central es “una continuación de políticas de restricción del coche que hizo el PP” y que son políticas aceptadas por la población. Este tipo de políticas de disuasión no son únicas de Madrid, sino que se extienden por doquier en Europa: en Reino Unido, hay tasas de congestión en Londres (cinco veces el área de Madrid Central) donde se paga por acceder (unos 12 euros), que van directamente a mejorar las políticas de transporte.
Cámaras para controlar automáticamente el acceso a Madrid Central. Cámaras para controlar automáticamente el acceso a Madrid Central. ULY MARTIN
Coincide Adrián Fernández, portavoz de Movilidad de Greenpeace: “Me ha sorprendido el civismo de la gente, ha habido un respeto generalizado a la medida y no pensamos que la situación cambie, pero después de este amplio periodo de prueba y de amplias excepciones (colegios, comerciantes) quien sea multado no puede ser porque no se haya enterado, llevamos tres meses hablando de ello”. Fernández destaca que “los vaticinios de apocalipsis y de colapso no se han cumplido”, como tampoco la previsión de la Comunidad de Madrid de que los usuarios del metro aumentarían en 300.000 personas. “El colapso del metro se debe exclusivamente a la mala gestión del Gobierno regional”, dice.
La Plataforma de Afectados por Madrid Central agrupa las quejas por el funcionamiento de la medida. “En las reuniones con el Ayuntamiento hemos conseguido ya que los comerciantes del centro tengan 20 permisos de acceso mensuales, que los trabajadores con horario nocturno puedan acceder y crear una mesa de seguimiento de la medida”, señala su portavoz, Vicente Pizcueta. ¿Qué les falta por conseguir? “Que los comerciantes puedan aparcar en la zona SER y que los establecimientos de cultura y turismo (salas de concierto y hoteles) tengan autorizaciones especiales”.




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